miércoles, 22 de junio de 2011

¿Cuáles son los rasgos definitorios de un buen profesional de la orientación?

A continuación recojo la versión castellana de un artículo publicado en catalán en la revista La Brúixola - Punt de trobada de la xarxa d'orientació pública de Catalunya (La Brújula - Punto de encuentro de la red de orientación pública de Cataluña) en el que traté de explicar cuáles son la principales competencias con las que debe contar un profesional de la orientación.

¿Cuál es la función de la persona que ejerce de orientador profesional?
¿Cuáles son los rasgos definitorios de un buen profesional de la orientación?
 
En el presente artículo trataré de responder a estas preguntas.

Orientación profesional.

Una buena manera de contextualizar el tema es ver qué se entiende por orientación profesional. Podemos tomar como definición de la misma la siguiente: "El proceso mediante el cual se ayuda a una persona a desarrollar y aceptar una imagen completa y adecuada de sí misma y su papel en el mundo laboral, a poner a prueba este concepto frente a la realidad cotidiana, y a convertirlo en una realidad para su satisfacción personal y para beneficio de la sociedad” (Super, 1953)[1]

Así, la orientación profesional pivota sobre tres ejes básicos: el autoconocimiento por parte de la persona usuaria, el conocimiento del entorno laboral y, finalmente, la toma de decisiones, que conlleva la definición de un proyecto profesional.

En este proceso, la figura del orientador profesional debe jugar un papel fundamental, acompañando a la persona usuaria en el recorrido a seguir para encontrar un nuevo trabajo. En todo caso, seguir un proceso de orientación debe ser una decisión totalmente voluntaria en la que el profesional debe dejar bien claro desde un inicio que el protagonista absoluto del mismo es la persona orientada.

¿Qué rasgos caracterizan a los profesionales de la orientación?

Las competencias que debe tener un buen profesional de la orientación, son las siguientes:

> Comunicación: es básico que sepa transmitir ideas y pensamientos de forma clara y comprensible, adaptándose a cada interlocutor. Dentro de ésta se incluye la necesidad de enfrentar con la realidad, de manera adecuada, a las diferentes personas usuarias.

> Escucha activa: debe saber escuchar al usuario, para comprender sus necesidades y poder facilitarles los recursos adecuados a su perfil.

> Empatía: muy relacionada con la anterior, un buen profesional debe ser capaz de ponerse en el lugar de la persona beneficiaria de la orientación, especialmente, para poder reforzarla cuando sea necesario.

> Amabilidad en el trato: es evidente que toda persona que trabaja directamente con otras personas debe ejercer esta competencia.

> Resistencia a la frustración y autocontrol: se trata de mantener las emociones bajo control ante situaciones difíciles y de no caer en el desánimo cuando el proceso orientador avanza con lentitud o dificultades.

> Dinamización y facilitación de recursos: es fundamental que quién orienta ofrezca muchos recursos a la persona orientada y así facilite sus avances, en tanto provoca que ésta entre en acción.

> Creatividad: es la capacidad de identificar y resolver problemas de forma diferente. Va ligada también a la iniciativa, anticipándose proactivamente a futuras situaciones que se pueden dar durante el proceso de orientación.

Conclusión.

Como decía, los profesionales de la orientación, además de tener estas competencias, necesitamos tener a nuestro alcance un amplio abanico de recursos para ofrecer a los diferentes perfiles de usuarios. En una situación de crisis como la actual, estos recursos pueden disminuir, lo que implica que como profesionales debemos acentuar nuestra creatividad e iniciativa.

Sin embargo, y con respecto a uno de los cursos básicos para los profesionales de la orientación, que es la formación ocupacional a ofrecer a los clientes de orientación, sería necesario darle más de una vuelta. A día de hoy, en general, está muy alejada de las necesidades reales de las empresas, y tendría que hacerse un esfuerzo para conectar formación y empresa, pero, en todo caso,  eso podría ser el contenido de otro artículo.


[1] 1 Super, D.E. (1953). A theory of vocational de­velopment. American psychologic, 8, 185-190.

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